Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su funcionamiento y personalizar la experiencia del usuario, así como para obtener estadísticas anónimas de uso de la web. Para saber más sobre las cookies que usamos y cómo eliminarlas, visita nuestra política de privacidad.

Aceptar
Viajes y Rincones

Francia 2013-I: San Sebastián - Pau

JFCamina, 2013

Francia 2013: De Asturias a las tierras Cátaras,

con paradas / Reportaje I: San Sebastián - Pau.

Ubicación Google-Maps: Asturias - Francia

El pasado recorrido por tierras de Francia, del año 2012, nos había dejado muy bien sabor de boca, con ganas de volver, pero también una pequeña espinita clavada, la de no poder disfrutar de la preciosa ciudad de San Sebastián (Donostia) como ella se merecía. Por mi parte hacía muchos años que quería conocer la zona del Sur de Francia, especialmente la zona de la Gavarnie, para contemplar su gran cascada. Después vino mi sobrina Carmen hablando maravillas de su viaje por Toulouse, Albí y Carcassonne. Con estos cuatro ingredientes en la coctelera viajera… ¡ya tenemos nuestro Francia 2013!

En este reportaje toca afrontar las primeras paradas, las realizadas entre Asturias, San Sebastián (Donostia) y Pau.

 

Creative Commons License


Ya estamos de nuevo en ruta, este año tenemos dos claras diferencias con respecto al anterior y una coincidencia: no viajamos en barco y madrugamos un poco, y si que volvemos a Francia. Así que a las ocho de la mañana los compañeros Nelida y Alf nos recogerán en Mieres del Camíno (Asturias) y ponemos rumbo Oeste-Este en busca de las vertientes francesas de los Pirineos, aunque con una larga parada de fin de semana en San Sebastión - Donostia (Pais Vasco - Euskadi). En este reportaje narraremos fotográficamente algunos de los detalles, desde nuestro personal punto de vista, más interesante o que más nos impactaron en los seiscientos cincuenta kilómetros que recorrimos entre Asturias, San Sebastián y la villa francesa de Pau, una preciosa puerta a los Pirineos, nuestros “mudos” compañeros durante este viaje, a lo largo de estos reportajes descubriremos que su silencio no lo era tanto, pues resultaron más ruidosos de lo deseado.

* (D 1 y 2/13: Asturias - San Sebastián = 415 Kms. de coche y 26 Kms. paseando)

Aunque no es una hora muy tempranera, es normal que, a eso de las nueve y media, paráramos a desayunar en Unquera (Cantabria), sus sabrosas corbatas son una tentación muy difícil de pasar de largo.Ya con las pilas bien cargadas no pararíamos hasta alcanzar el destino del día, hasta estacionar el coche en el parking de “El Kursaal” en la preciosa ciudad de San Sebastián, la cual nos recibió con un día un tanto gris, pero nada que ver con el que nos tocó en suerte el año anterior, el que nos dejó la espinita clavaba durante todo el invierno.

(Por carretera, de Asturias a Cantabría y Pais Vasco con parada obligada en Unquera)

Nuestro alojamiento está justo en frente del singular Palacio de Congresos y Exposiciones, del cual, de momento, no le sacaremos ninguna foto, esperaremos a la noche que ofrece más posibilidades. De mano no vamos hasta el hotel, son cerca de las dos de la tarde y ya tenemos ganas de pillar algún pintxo que otro de la zona antigua. Vamos con ganas, así que cruzamos el puente de Zurriola y rápidamente comenzamos a callejear por la zona de la “Parte vieja” y entramos en el meollo gastronómico. En nuestro transito en busca de una “tasca” con encanto, vamos viendo algún que otro detalle arquitectónico digno de mención, como la plaza de La Constitución y sus numerosos ventanales numerados, recuerdo de un pasado torero, pues aquí se llevaron a cabo corridas de toros, claro está que de esto nos enteramos por la guía que de la frustrada visita anterior teníamos, pues la guardábamos como "oro en paño".

(San Sebastián - Donostia: Nada más apearnos a callejear un poco en busca de los pintxos)

(San Sebastián - Donostia: Plaza de la Costitución)

Sinceramente nos costó un poco decidir el establecimiento para degustar los famosos y sabrosos pintxos, es tanta la oferta que uno duda en cual entrar. Una vez dentro del local vuelven las dudas: - ¿Cuál pillo?, -¿Este de que es?, -¿Me gustará?, - Tengo dudas. Una historia repetida por cada uno de los cuatro miembros del grupo, después siempre acabas decidiéndote por una opción clásica y por otra arriesgada, una de cal y otra de arena, por si las moscas. Al final todos estaban muy buenos, merecía la pena volver a "Sanse" solo por darse una vuelta por estas bulliciosas callejas y degustar unos cuantos pintxos con su correspondiente chacolí (vino blanco que se produce en Euskadi).

(San Sebastián - Donostia: Tras un poco de callejo toca dar cuenta de los famosos pintxos)

Tras la comida nos acercamos hasta el hotel para llevar las maletas y registrarnos, íbamos tranquilos pues ya estaban advertido de nuestra posible demora. Tras un tiempo de descanso volvimos a salir a callejear por la ciudad. Como estábamos alojados frente al Kursaal el recorrido lo teníamos fácil, cruzar el puente sobre el río Urumea y seguir bordeando la costa por todo el paseo que rodea el Monte Urgull. El día seguía muy gris, las previsiones se estaban cumpliendo a rajatabla, lo que en parte nos satisfacía porque para el día siguiente las mismas eran excelentes. A paso contemplativo nos recorrimos todo el perímetro exterior del monte y caímos frente a la isla Santa Clara, el Acuarium, Puerto Viejo y Ayuntamiento.

(San Sebastián - Donostia: Vistas desde el hotel, hacia el Kursall, el Casco Viejo y el Monte Urgull)

(San Sebastián - Donostia: Isla Santa Clara y Monte Igueldo)

(San Sebastián - Donostia: Puerto Viejo y la bahía de La Concha)

(San Sebastián - Donostia: Ayuntamiento de Donostia y al fondo del monte Urgull)

En el extremo más oriental de la bahía de La Concha apetecía seguir el concurrido paseo que te lleva hasta el monte Igueldo, pero eso sería para el día siguiente. Ahora tocaba adentramos en la zona centro en busca de la catedral de Buen Pastor, que ya la llevábamos oteando desde hacía un buen rato, incluso desde las callejas de la parte vieja. Contado tan de seguido parece que lo hicimos en un abrir y cerrar de ojos, pero todo esto llevó su tiempo, además debemos incluir las correspondientes paradas en alguna de las terrazas de la zona, porque tanto caminar desgasta un poco y conviene hidratarse. También había que cenar, pues sin darnos cuenta la noche se nos había echado encima y para tal fin…. ¡a la parte vieja volvemos!

(San Sebastián - Donostia: Catedral del Buen Pastor)

(San Sebastián - Donostia: De nuevo en la parte vieja, junto a la basílica de Santa María del Coro)

(San Sebastián - Donostia: Sus Pintxos y su Chacolí)

Habíamos madrugado y viajado, también caminado un poco, así que cuando salimos de la última tasca que visitamos estábamos rendidos, por lo que directos al hotel que nos fuimos, era nuestra primera jornada y había que dosificar las fuerzas. El hotel nos queda muy cerca, aunque no por eso llegamos rápido, por el camino había unas cuantas distracciones, bueno, mejor dicho postales nocturnas, ya las habíamos dejado intencionadamente, pues con las luces gana mucho. Así que con el toque de “retreta” de La Marcha de San Sebastián cruzamos, otra vez más, el puente Kurssall.

(San Sebastián - Donostia: Marcha de San Sebastían y para la cama que nos vamos)

Nos deleitamos un buen rato sacando unas guapas fotos nocturnas de El Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, singular complejo arquitectónico constituido a la orilla del mar para ser auditorio, además de diversas salas polivalentes y de exposiciones, el cual fue proyectado por Rafael Moneo. Desde su inauguración en 1999, es la sede principal del famoso Festival de Cine de San Sebastián. También de otros edificios emblemáticos con más historia y años encima, como El Hotel María Cristina y Teatro Victoria Eugenia.

(San Sebastián - Donostia: El Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, 1999)

(San Sebastián - Donostia: Hotel Mª Cristina y Teatro Victoria Eugenia, a la vera del río Urumea)

Cuando entramos en la habitación del hotel Mary miró su “cuenta pasos” y el mismo había registrado un recorrido de diez kilómetros caminando, realmente no muchos para nuestras prestaciones andariegas pero lo notábamos en el cuerpo. Así, a pesar de no ser muy tarde, cuando nos tiramos encima de la cama estábamos agotados, mucho trajín para un solo día y especialmente para el primero de un largo viaje. Teníamos que tomárnoslo con más calma, pues aún nos quedaban muchos kilómetros por delante, tanto de coche como de caminar. Con estas buenas intenciones pegamos la oreja a la almohada y a dormir plácidamente, mañana nos quedaba todo el paseo de la Bahía de La Concha y el Monte Igueldo.

(San Sebastián - Donostia: Hora de dormir mañana será otra larga jornada)

Si el día anterior habíamos registrado diez kilómetros caminando por las callejas del casco viejo y el paseo perimetral del Monte Urgull, para la jornada que ahora nos ocupa, la del segundo día de nuestro vieja hacia Tierras Cátaras, seguro que serán unos cuantos más. Nuestra idea es salir del hotel, desayunar en una guapa cafetería que al lado tenemos y, tras ello, comenzar a caminar por todo el paseo marítimo de la bahía de La Concha. No es de extrañar que el rey Neptuno nos diera ánimos, aunque muchos no necesitábamos, el día excelente que se despertó era más que suficiente.

(San Sebastián - Donostia: -¡Ánimo chavales, menudo día guapo para conocer Donostia teneis!)

El itinerario a seguir era bien sencillo: Cruzar el puente del Kursaal, ir directamente hasta la plaza del Ayuntamiento y comenzar a caminar plácidamente por todo el paseo marítimo de La Concha hasta la moderna y famosa escultura conocida por “El peine de los vientos”. Bueno este es el esquema general, por el medio tenemos unas cuantas cosillas más donde detenernos, pero de momento a lo más inmediato.

(San Sebastián - Donostia: Playa de La Concha y el Monte Urgull)

(San Sebastián - Donostia: Llamativas construcciones bordean la bahía de La Concha)

(San Sebastián - Donostia: Placio de Miramar, residencia de verano de la Reina Mª Cristina)

(San Sebastián - Donostia: Cómodas vistas desde Miramar hacia Urgull e Isla Santa Clara)

¡Menudo día guapo que nos tocó en suerte!, realmente el que esperábamos y deseábamos para realizar este precioso paseo por la bahía de La Concha, así que no es de extrañar que nos plantáramos en la el extremo Occidental de la misma sin darnos cuenta. Señalando con el dedo cada dos pasos, pues muchos detalles a destacar encontramos a nuestro paso, difícil es colocar aquí una foto de cada uno, sería casi interminable, solo una par de panorámicas para reflejar el buena mañana vivida.

(San Sebastián - Donostia: Vistas desde el Palacio de Miramar hacia Urgull e Isla Santa Clara)

(San Sebastián - Donostia: Playa de Ondarreta, con Isla Santa Clara y El Igueldo)

Complicado es colgar las numerosas fotos que tomamos en el bello rincón donde se ubica un nuevo símbolo de la ciudad, hablamos del Peine del Viento, obra finalizada en 1976 por el arquitecto Luis Peña Ganchegui y el escultor Eduardo Chillida.

(San Sebastián - Donostia: "Peine del Viento", 1976)

Tras conseguir desengancharnos del atractivo rincón y sus juguetones “bufones”, toca retroceder un poco para dirigirse hacia la zona donde se ubica el Funicular que nos subirá cómodamente a lo más alto del Monte Igueldo o Igeldo, un espectacular balcón sobre toda la bahía y la ciudad.

(San Sebastián - Donostia: Funicular Igueldo, 1912)

(San Sebastián - Donostia: Espectacular panorámica desde el Igueldo)

(San Sebastián - Donostia: Torreón del Igueldo)

Creo que sobre unos tres euros pagamos por este trayecto (de ida y vuelta) de 320 metros de recorrido lineal, para salvar 200 metros de desnivel con una pendiente máxima del 58 %. Sin lugar a dudas que mereció la pena, las excelentes vistas lo valían. Aunque no aprovechamos todo su potencial porque no caímos en la tentación de montar en alguno de los cachivaches del viejo parque de atracciones que se ubica aquí desde 1912, ¡casi nada!

(San Sebastián - Donostia: La ciudad, su montaña y mucho más)

(San Sebastián - Donostia: Parque de Atracciones del Monte Igueldo, 1912)

(San Sebastián - Donostia: No nos resistimos a sacarnos un foto guapa La Concha tras nuestro)

Cuando nos bajamos del Igueldo era la hora de comer, así que rápidamente nos buscamos un restaurante donde alimentarnos, sería nuestra última comida en horario normal durante los próximos diez o quince días. Mañana cruzaríamos la frontera hacia Francia y tocaría adaptarnos al horario Europeo, lo cual siempre es un fastidio, no hay manera de acostumbrarse. Tras la comida tocó regresar al hotel para descansar un poco, aunque no lo debíamos estar tanto, pues la vuelta la hicimos caminando en lugar de coger un taxi o un bus, pero el día estaban tan radiante que… ¡una pena desperdiciarlo!, no siempre se tiene esta bella oportunidad.

(San Sebastián - Donostia: El regreso hacial El Kursaal tambien caminando, ¡menudo placer!)

Con el andariego paseo de vuelta hasta hotel y el momento de relax en el mismo nos situaron a los pies del atardecer, así que cuando volvimos a salir a la calle comprobamos que los cálidos colores de poniente se hacían cargo de la situación. No nos alejamos mucho del entorno de el Kursall, recorrimos y disfrutamos de las preciosas estampas surferas de la playa de La Zurriola, donde la juventud eran los reyes de este paraje playero. Después una vueltina por la zona de Teatro Mª Cristina y Teatro Mª Eugenia, un poco de terraceo, la cena y… ¡al hotel!

(San Sebastián - Donostia: Hora de relax, estamos agotados con tanto trajín)

(San Sebastián - Donostia: Atardecer en la playa de La Zurriola)

(San Sebastián - Donostia: Toca despedirse y afrontar nuevos recorridos por tierras de Francia)

Esta última noche en San Sebastián Mary anotaría 16 kilómetros más en la su “libretina”, que unidos a los 10 caminados en la jornada anterior, nos salen 26 kilómetros callejeando por tan bella ciudad. Sin lugar a dudas un ruta excelente, así que nos íbamos para la cama con la satisfacción de haber cumplido un deseo y una manera muy guapa de empezar un viaje, con buen pie, ¡si señor! Mañana pondremos rumbo a Francia, tenemos prevista una cómoda “excursión montañera”, estamos un poco intranquilos pues las previsiones no son las mejores, ya veremos cómo nos sale el día.

 

* (D 3/13: San Sebastián - Hendaye - San Juan de Luz - Ascain - Port San Ignacio - Tren de Larrun - Sare - Saint Jean Pied de Port - Pau = 240 / 655 Ac. Kms. de coche y 5 / 31 Ac. Kms. paseando)

El despertador sonó temprano en esta tercera jornada, la cual teníamos previsto entrar en terreno francés, liquidamos la cuenta del hotel, la cual incluía el parking del Kursaall a buen precio por día completo, lo cual siempre es muy interesante tener en cuenta. Ya en el coche le ponemos al GPS el destino inicial del día (Ascaín), así pasando por Hendaye y San Juan de Luz y, desde este última villa marinera, culebreando por carreteras normales, nada de autovías o autopistas, buscaremos el pueblecito de Ascaín, aún con marcado acento Vasco, para alcanzar el puerto de San Ignacio, lugar de donde parte el tren de cremallera de Larrun.

Nuestra intención sería hacer una cómoda y pintoresca excursión a lo más alto de una montaña volcánica con excelentes vista sobre toda la zona del golfo de Vizcaya, un chivatazo que me había dado mi sobrina Carmen, a la cual siempre tengo por buena consejera. El pequeño tren de Larrún (Le Petít Train de La Rhune), instalado por el año 1924, es un auténtico tren de cremallera que nos permitirá alcanzar la primera cima de los Pirineos Occidentales (905 m.a.) muy cómodamente, a una velocidad del 9 Kms/h., media hora, iremos contemplando las excelencias de tan panorámica subida, además de la fauna y flora del lugar pero…

(Le Petit Train de La Rhune: Al comienzo el tema prometía pero.... ¡lo justo para pagar los tikes)

Realmente empezamos muy bien, el sol lucia, justo el tiempo necesario para animarnos a pagar los tikes de subida (15 €/adulto en temporada baja, nuestro caso). Había mucha gente, así que tuvimos que andar listos para no quedar sin plaza y tener que esperar a otro tren.

(Le Petit Train de La Rhune: Nosotros subíamos y la niebla descendía)

A poco de comenzar a repegar montaña arriba vimos bajar la niebla ladera para abajo, al nuestro encuentro, así que poco a poco nuestra ilusión se truncó. El viaje en el trenecito lo íbamos a dar, pero las vistas sobre las playas de Las Landas, Biarriz, San Juan de Luz, Andaye, Ondarribia, San Sebastián, etc… nos las perderíamos. Nos tendríamos que conformar con observar a los caballinos “salvajes”, los Potokas, del monte Larrún pastando entre las tinieblas. Creo que más, que nunca, las fotos hablan por sí solas.

(Le Petit Train de La Rhune: Nos tuvimos que conformar con el viaje en tren, nada de panorámicas)

(Le Petit Train de La Rhune: Solo los pequeños caballinos más próximos podíamos observar)

(Le Petit Train de La Rhune: Foto para el recuerdo, una pena pero... ¡esto es la montaña!)

Llegamos arriba con bastante fresco, menos mal que íbamos precavidos y llevábamos ropa suficiente. Por la “rosa de los vientos” de la cumbre había mucho terreno y detalles que contemplar pero nosotros no llegamos ni a ver las grandes y cercanas antenas que la cumbre tiene. Por suerte en lo más alto existe un bar, además en Navarra, pues esta cumbre es frontera, así que otro territorio más a pisar en este nuestro viaje. Nos tomamos un chocolate y unas gallegas y…. ¡para abajo que nos vamos!

(Le Petit Train de La Rhune: Muchos detalles a divisar pero... ¡hoy no era el día!)

(Le Petit Train de La Rhune: Menos mal que nos tomamos un chocolate caliente para entonar)

Fue una pena la mala suerte que tuvimos, la prisa que tuvo la niebla en hacerse cargo de la montaña, realmente nos quedamos con las ganas, hubiera sido guapo pillar un buen día. Realmente tuvimos un poco mala suerte, treinta minutos más tarde que hubiéramos llegado al puerto de San Ignacio y no habríamos sacado los tikes de subida, habría quedado para el viaje de regreso, tal como contemplábamos pero… ¡aprenderíamos de esta gris experiencia!

Ahora solo nos quedaba bajar a comer hasta Ascaín pues nos había justado el pueblo al pasar, sería nuestra primera comida francesa y en su horario, lo cual no nos venía mal porque así tendríamos una tarde más larga para seguir nuestro turisteo hacia Saint Jean Pied de Port.

(Ascaín: Hora de comer, después camino de Saint Jean Pied de Port)

Tras la comida le indicamos al nuestro GPS nuestro destino más inmediato, el Peregrino pueblo de Saint Jean Pied de Port, del que solamente nos separaban cincuenta y cinco kilómetros de nada, una horina por las carreterinas del Pirineo francés. Ya sabéis de las nuestras andanzas peregrinas a Santiago y Covadonga, así que pensamos que no estaba nada mal arrimarnos a conocer la puerta de entrada del Camino Francés a través de los Pirineos, pues este pequeño pueblo situado, más menos, a 7 kms de la frontera con Navarra y a 25 de Roncesvalles, es un hito importante dentro de la historia del peregrinaje a Santiago de Compostela.

(Saint Jean Pied de Port: El espíritu Peregrino vuelve a tocar a la puerta de nuestros corazones)

Nada más entrar por una de las diversas puertas que dan acceso al casco viejo de villa medieval, nos impregnamos del espíritu peregrino, pues un cosquilleo comenzó en nuestro cuerpo, la llamada peregrina tocaba nuestro corazón y piernas. Aunque la compañera Nelida estaba más entusiasmada con las coquetas callejas, todas bien engalanadas con macetas con flores y diversos detalles decorativos, además de alguna singular tienda.

(Saint Jean Pied de Port: Con esta preciosa entrada...)

(Saint Jean Pied de Port: Bello y curioso detalle a la puerta de un albergue)

(Saint Jean Pied de Port: En busca del Macarrons)

Allí callejeamos un buen rato, las numerosas tiendas de diversos temas daba mucho juego para ello: Macarrons, quesos y embutidos, confitura, telas, artesanía, etc… todo productos de la zona. Mucha oferta de alojamiento, peregrinos con llamativos reclamos y precios. Además de material deportivo apropiado para afrontar el largo peregrinaje a Santiago de Compostela, si nos hubiéramos ido sin pertrechos andariegos no tendríamos problemas en conseguir todo lo necesario. Decir que lo que más nos llamó la atención era el gran número de tiendas que a su entrada tenían un gran muestrario de un tipo de tela determinado.

(Saint Jean Pied de Port: - ¡Venga Alf!, ¿compramos una mochila y...?)

(Saint Jean Pied de Port: "Tissu" un tanto especial en cada entrada de tienda)

Cruzamos el puente románico sobre el río Nive, paseamos y tomos un buen café, allí el atento camarero (que hablaba un poco de español) nos dio con el quiz de la cuestión para nuestro personal gusto, para pedir el café que nos gusta a nosotros en Francia debemos hacerlo indicando que deseamos un “noisette” (avellana en español) porque ese era el color que deseábamos ver en la taza. Realmente acertó, porque no volvimos a tener más problemas con el color del café con leche.

(Saint Jean Pied de Port: Artesanía para mantener a buen recaudo los quesos de la zona)

Realmente costó un poco de trabajo arrancarnos de la peregrina villa, nos sorprendió su encanto, aunque no se por qué, ya que solemos visitar muchos pueblos peregrinos, no cito para no quedar mal con algún olvido, y todos tienen su encanto, forjado con muchos años de historia y millones de peregrinos trazándola. Así que tras cruzar el río Nive para abandonar la ciudadela y ver a unos peregrinos de ojos rasgados cargados con sus mochilas…. ¡tentados estuvimos de marchar con ellos!!! Sinceramente hubiera sido guapo hacer una etapa de ida y vuelta hasta Roncesvalles, aunque, desde el planteamiento inicial del viaje, teníamos muy claro que lo andariego solo sería para una jornada, la de mañana, aunque ya veríamos si se lograba, las negras nubes de las montañas nos hacía presagiar lo peor.

(Saint Jean Pied de Port: Tentación Peregrina de cargar la mochilas y poner rumbo a Santiago)

Por la factura del hotel (un Ibis) sabemos que llegamos cerca de las siete de la tarde a la villa puerta de los Pirineos, es decir a Pau. No tuvimos ningún problema ni para entendernos con nuestro limitado idioma francés ni con las habitaciones, pues, como va a ser habitual, a partir de San Sebastión, no tenemos reservas realizadas, vamos a la aventura, como el año anterior. La tarde se había vuelto muy oscura, las malas previsiones meteorológicas se estaban cumpliendo fielmente. No nos entretuvimos mucho en el hotel y rápidamente nos tiramos a la calle en busca de un lugar donde cenar algo, después ya tendríamos tiempo para dar un paseo.

(Pau: Tras conseguir el alojamiento toca alimentarse un poco la noche ya está muy cerca)

(Pau: Junto al castillo existe una amplia ofreta hostelera así que sin muchos problemas cenamos)

Mientras cenábamos conversamos sobre la poca gente que se observaba por la calle, estaba desierto, por el contrario de lo que ocurría en la villa de dónde veníamos, seguro que era la hora. Bueno, el caso es que cenamos sin ningún problema y bien, aunque la chica que nos atendió tuvo que tener un poco de paciencia con nosotros, y no solo por el idioma, ya que somos tan curiosos que nos gusta saber de que se compone toda la carta. Tras la cena nos dimos una vuelta por la ciudad más monumental, la cual nos gustó, pero sin gente por la calle pierde mucho, nos vamos un poco desilusionados por ello.

(Pau: Cena y paseo solitario por las calles)

(Pau: Tren de cremallera que une la parte alta de la villa, en la que nos encontramos, con la de abajo)

Finalizado nuestro paseo nocturno nos volvemos al hotel para descansar y ver las previsiones meteorológicas más recientes. Para la jornada siguiente teníamos previsto acercarnos hasta el Circo de La Gavarnie para dar un paseo y acercarnos a contemplar su gran cascada, la más grande de Europa se cuenta. No lo tenemos muy claro, la información que nos llega a través de la wifi gratuita del hotel (tema importante, a tener muy en cuenta) no nos ofrece muchas esperanzas. Más cuando nos metemos en la cama y empieza a llover con fuerza, está claro, mañana no vamos a La Gavarnie, cambiamos el rumbo del viaje y nos vamos a Toulouse, es la ventaja de ir con el billete abierto, la libertad de cambiar tu propio destino.

Ya hemos finalizado nuestra tercera jornada en busca de las tierras Cátaras, fue una jornada en que las cosas no salieron tal como deseábamos, como la vida misma, pero que la aprovechamos bien, incluso nos quedó algo en el tintero por falta de tiempo. Adelantar que la inoportuna niebla sobre el monte Larrum va a ser el única “fatalidad” que nos surgió en todo el viaje, pues el resto nos salió “a pedir de boca”. Además, gracias a que aprendimos un poco de la gris experiencia, la excursión del día siguiente, la que no realizaríamos, nos va salir preciosa diez días más tarde, a la vuelta, aunque para eso aún tenemos muchas fotografías por delante. De momento….


¡Hasta mañana y otro reportaje!

JFCamina

 

Deja tus comentarios

* Para volver a ver otra ruta cliclea aqui: www.jfcamina.es o Viajes y Rincones

* Notas Generales:

1 - Observaréis que a lo largo de los documentos presentados apenas se hace mención a temas económicos, tal ausencia no es fortuita, ya que a pesar que pensamos que el coste de la actividad, en contra de nuestras estimaciones, nos ha salido muy bien económicamente, no todo el mundo tiene las mismas preferencias de alojamientos, restaurantes o gastos varios, por lo cual siempre entraña que el coste total tenga un componente muy personal, así que preferimos contar lo que, más o menos, realizamos y después cada cual que se adapte a sus necesidades, razón por la que hemos omitido dar referencias económicas.

2 - En estos documentos solo tratamos de narrar la experiencia personal vivida al realizar nuestros recorridos, los itinerarios que aquí describimos son orientativos. Queda a la responsabilidad de quien realice la ruta el tomar las medidas de seguridad apropiadas para cada dificultad, que dependerán muchas condiciones, entre ellas el estado del terreno, la altitud, la meteorología, etc... así como la preparación tanto técnica como física de las personas que realicen la actividad.